¡Muerte a los comunistas!

Podré cambiar el mundo, si es que me lo impongo a mi mismo.

Consideración: los comunistas son igual de fatalistas que un oso pardo recién capturado por una manada de cazadores. Moraleja: no salga, oso pardo, de su cueva. No vaya a ser y lo confundan con un comunista.

¡Muerte a los comunistas!

¿Quiere eliminar el hambre y la pobreza? Cómase a un pobre. ¿Derechos reservados? Otro invento fascista para defender el egoísmo.

¡Muerte a los comunistas!

La solidaridad se ha perdido últimamente. Ahora solo se venden cuotas de poder a 25000 pesos, con fondo revolvente de 4000 dólares mensuales. ¿Pesos? ¿Dólares? ¡Córdobas! Se perdió el nacionalismo, y ahora solo se consigue en el mercado una camiseta con un mensaje xenofóbico, dizque para amortiguar el dolor.

¡Muerte a los comunistas!

Ya no queda nada amable en este mundo. Ni siquiera quedan comunistas. Y es que a todos los ha matado el señor Lincoln. Vale la pena decirlo: los comunistas, hoy en día, no son comunistas.

Consideración: los comunistas de hoy son fatalistas porque no son comunistas. Solo son gente común que no conoce el lugar donde caerá muerta. Son igual que un oso pardo: sin cueva o familia.

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